jueves, agosto 5

Final esperado

Luego del desmantelamiento y desaparición del Partido de los Comunistas de San Jacinto, Wolfgang Arévalo reconoció que el proyecto fue un reverendo fracaso.

Decadentismo de segunda mano, marxismo de cuarta, liberal socialismo descafeinado. El Partido sólo había resultado en un montón de malentendidos sin razón, en luchas entre amigos, en líos de faldas y en golpes a las afueras de la casa de campaña.

Si bien no era posible entender el desarrollo político de San Jacinto sin estudiar la participación del PCSJ en las elecciones de 2008, tampoco era posible asignar un papel relevante en la construcción de la democracia nacional. Arévalo conocía los límites de su movimiento y, de antemano, sabía de lo marginal y peligroso del experimento. No obstante, no le importó (le valió madres dicen los que saben).

Arévalo abandonó San Jacinto. El linchamiento público era inevitable. Luego de fundar el "Club de los Marxistas" como colectivo poético en un poblado desconocido, y del que sólo se conocen dos publicaciones, Arévalo huyó a la ciudad capital del Estado. Ahí cambió de nombre a José Martín Torres Carrazco y se dedicó a un oficio que lo seguía enlazando a su vieja vocación.

José Martín Torres Carrazco se hizo de fama en todo el Estado. Se convirtió en el mejor y más reconocido orador del Movimiento del Optimismo Celestial, una Organización No Gubernamental que se dedicaba al "ensalzamiento del optimismo, del trabajo humano y de la fe en Cristo".

La reproducción de los discursos de Torres, luego de revelarse como el pseudónimo de Arévalo, fue discutida por mucho tiempo por el Club de los Marxistas. Raúl Demesio de la Garza, un oscuro personaje, logró convencer a los demás miembros de que era una idea digna de tomarse en cuenta. Sin embargo, los esfuerzos de Demesio fueron en vano. La publicación del volumen de discursos dados por Arévalo fracasó en su intento de organizarse siquiera.