domingo, mayo 2

Lipsio Urbano IV

IV

I M P E N E T R A B L E

¡Fuga!

El tiempo corre como un esquizofrénico despavorido por una imagen de un hado terrible. El imperio se cae pedazo a pedazo, sin conmiseración. Como si le sangraran los ojos de tanto correr, de tanto seguir esperando, de tanto escalar contra la tormenta de arena.

Hay un espacio sin nombre que se abre debajo de los mosaicos de la Catedral Metropolitana. Un hombre decide no morir y sufrir hasta que su piel se abre en pedazos.

El tiroreo caliente de los días de la canícula. El mayo rampante que se rompe filas para derramarse todo como una eyaculación.

Cuánta fuerza, cuál impacto de profundidades no homocedásticas se podría tener en cuenta.
Las predicciones no vislumbraron lo profundo de este infierno sin nombre, sin manos y sin ti.