jueves, noviembre 19

Tablas viejas devueltas por el mar

Museo de la RevoluciónImage via Wikipedia

No tengo mucho que escribir, todas las historias que podría contar se las ha tragado una curva de indiferencia, la rho de Spearman, la teoría neo-marxista, neorrealista, liberal & co. de las erre i.
Creo que no tengo ya mucho que escribir por acá, pero a estas alturas de la carretera ya no hay forma de dar vuelta y no más que todo fluya.

Tenía una idea para una historia, después de ver mucho al doctor jaus, de dormir tarde, de beber mucho café, fumar tabaco del bueno (y del malo) en estas últimas semanas, como que me surgen ideas de miedo. La historia comienza con un cuate que va a ir a la Habana, es su sueño dorado, ver el último baluarte del socialismo, recoger arena de Playa Girón. Es un sueño como el mio que, les presumo, muy probablemente, se cumpla este enero.

La cosa es que este cuate de repente es diagnosticado con cáncer de estómago, no sé por qué de estómago, y cae en cama.

Los doctores recomiendan que no tenga ningún tipo de perturbación.

Dos cosas: para estos momentos cometí un error gravísimo al mandar un correo a todo el CIDE y me doy cuenta de que la trama es como una mala imitación de Goodbye, Lenin! No importa.

La cosa es que nadie lo puede perturbar y nadie le dice nada. Entonces él decide no dejarse más y no preocuparse sin antes haber visitado la Habana; sin embargo, en su convalecencia, en Cuba hubo una contrarrevolución y la isla se democratizó, se instaló el primer macdonals y el primer estarbocs y bueno, todo es muy triste.

Me acuerdo de ese chiste de Roberto Bolaño "del torero que salía a la arena y no había toro, no había arena, no había nada”.



Reblog this post [with Zemanta]