lunes, abril 27

Carta abierta a la literatura testicular

And what rough beast, its hour come round at last,
Slouches towards Bethlehem to be born?
(yeats)

de niño maté todos los pájaros,
eso que oyes
son fantasmas
(infra)

¡CRACK!

¿que te nacieron los testículos mi llits?

te salieron de repente
como en avanzada
(bien monga, con vaselina)



y así como así,

de repente


sin que los controles sanitarios se dieran cuenta



al Yeats le nacieron unos testículos dorados
como dos melones sangrantes traídos del Japón
como las tetas de sabrina en ácido sulfúrico



y así como así,
de repente
sin que la OMS se diera cuenta



Al-berto Aguilera Valadéz se volvió el ídolo y señor de nuestras almas

Nefatlí y los Reyes se volvieron un poquito más digeribles
(como supositorio extra-large)
y

dios se hizo dios


::::::::::::::::::::::::nacieron los nombres de las cosas::::::::::::::::::::::::

¡He ahí una cola de fuera!
¡Perforando!
(decían unos)

¡He ahí un niño tocándo sus partes
frente a los aparadores del Sanborns!
¡Acariciando!
(decían otros)


¡He ahí la virgen de Fátima!
¡Restregando sus posaderas frente al árbol!
(decían los más doctos en el tema)


Los que todos sabemos
y que
más bien
como que
nos hacemos pendejérrimos

es que ya no queda
ni a quién escupir

estamos sumidos
en la misma saliva infecta

en el mismo corral de lechonesdedestete
(del. pach. des-teta)

fuimos parte
de la misma dosis de semen verraco
de un Landrace mal cogido por un
York-N.Hampshire-Duroc F2
(porque el semen alcanza precios indómitos)
(porque las dosis de semen tienen una demanda infinita)
(producto de las demandas infinitas de los consumidores que babean en el pesero)
(cuyo precio marginal tiende al \aleph_2)







no
ta
al
pie
Todo este lío me tiene sin cuidado,
todo este poema me enferma
hay que destruir el poema-blog de una vez por todas

viernes, abril 24

Cap 4. CMX: Quién dirá que no fuimos a marchar en los tiempos de la influenza

He decidido, con base en los eventos recientes, publicar el capítulo 4. Cuando hablé con Wolfgang Arévalo me pareció un tipo aburrido, ensimismado en eventos que nunca ocurrieron, atrapado en su patetismo. Ahora que lo leo, en estas épocas del Amor en los Tiempos de la Influenza, en que el ejército se ha colocado en el centro histórico desde el toque de queda de hace una semana, parece cada vez más presente, se parece cada vez más a mí.

Wolfgang conoció a Raúl Demesio en el Club de los Marxistas de la Condesa. Wolfgang entró de inmediato, ya que fue el presidente municipal de San Jacinto hasta el fatídico golpe de estado, el primero de un partido independiente y el primero de un partido comunista: el Partido Comunista de San Jacinto.

En fin, sin repetir los asuntos que ya todos sabemos y vivimos diario.


Wolfgang Arévalo

"
La primera vez que me preocupé en esta ciudad, fue cuando empezó el caos de la pandemia. Regresé de San Jacinto perseguido por los campesinos coptados con tierras áridas en medio del desierto, grandes capitales de Monterrey y un montón de estudiantuchos de la universidad pagados por los grandes capitales.

Lo había dejado todo, aunque no era ya demasiado. Había dejado mis libros, mi televisor, mi hermoso bidé de mármol. Antes acostumbraba decir que había dejado a mi mujer y un hijo, pero la verdad, y esque ya no tiene beneficios el mentir, es que nunca tuve ni hijos, ni mujer. Supongo que era el Raphaël Tisserand de un campo de batalla que se extendía hasta las macetas del patio de la casa abandonada de mi abuela en el barrio de Iztacalco.

Fue curioso, no había pasado ni una sola semana desde que mi amigo en gobernación me facilitó el empleo de "encargado de la ventanilla 16" en la delegación cuando surgió la noticia de la pandemia. La noticia me cayó como anillo al dedo, la verdad, ya no tenía porqué mantenerme en pie, hubiera preferido que se pudriera mi cráneo por el virus a seguir sentado en una silla vieja afelpada y maloliente que impregnaba mis nalgas de un sopor mierdolento.

Luego pensé en mi vida, nunca fui el mejor en la escuela, nunca me fue bien en cosas con importancia, nunca fui besado, nunca tuve novia, nunca forniqué con nadie, ni tuve un polvo ocasional, ni siquiera una muñeca inflable con succionador. Sólo dejé en San Jacinto un montón del mejor porno anal ruso del mundo, como si mi reputación pudiera ser aún más dañada.

Pensé que tragué, defequé, dejé una huella de carbono y aún así, no hice nada. Nadie compartió conmigo la miseria. Me la pasé sentado frente a las computadoras, tratando de salvar a l'amour. Pensaba en todas esas personas que se podían morir en paz, que podían dar gracias y sentarse en el parque con alguien, mirar al alguien a los ojos y decirle que explotaban las entrañas de diez mil leones cuando la veías y que se mordían las colas los ratones en una máquina infinita y chillaban y se venían en las cuencas de tus ojos. Decirle, por ejemplo, que podían bien escribir los versos más tristes siglo XX, dedicados a la moribunda mucosidad de los penes sangrantes.

En fin, no había nada de eso. Supongo que ya no importa, ni siquiera la maldita enfermedad quiso algo conmigo.

Eso sí, que nunca se diga, que no fuimos a marchar en busca del amor en los tiempos de la influenza.
"

jueves, abril 23

Cap1, CMX: El club de los marxistas de mierda

Cuando me conminaron a establecer una conversación con el Club de los Marxistas de la Condesa pensaron que el reportaje sería un éxito de proporciones inmensurables, lamentablemente la prensa de lo no importante no cedió ni una línea del linotipo.

He decidido publicar las notas que recolecté durante mi investigación y, hay que decirlo bien claro, como uno de los grandes en la prensa de lo inútil, considero un tanto rústicas las respuestas dadas por los miembros del Club de los Marxistas.

Iré publicando los testimonios de cada uno de los miembros, al pregunta básica es ¿Por qué el Club de los Marxistas?

Raúl Demesio de la Garza

"
Me subo al metrobús, este monstruo-ácido-rata que se contonea hediondo sobre una ciudad ya de por sí hedionda.

El metrobús es un zoológico, te encuentras al hombre-perro, al hombre-axila-sin-control, al hombre-verga-de-fuera, al hombre-mentada-de-vida; siempre te recuerda que ese, precisamente ese, es uno de esos días en que no te quisieras levantar al baño a las 6 de la mañana a rascarte las bolas y dejar los pendejos en la taza de la vida-sin-nombre.

Ay de nosotros

Te digo esto no para apendejarte, sino que es la introducción teórica de mi disertación, la introducción teórica de una mierda tan grande que defeca en todo. El concepto es este, en el metrobús el hombre-mano-sudorosa te toca suavemente en el tubo gris que te detiene cuando las ambulancias sin emergencia se introducen en el carril exclusivo de concreto hidráulico y sales volando junto a una mujer-imbécil que se pinta las hendiduras de los ojos.
El ajetreo se controla y ves al hombre-perro tomando tu lugar en el entretejido social de harapos usados, y de repente, se abren las puertas.

Las manadas llenan el espacio acordado entre tu sudor y el sudor del hombre-verga-de-fuera. Antes de que te des cuenta, tienes su vaho en tu oreja, suspirando por una "brasileña" perdida.

Te das cuenta que eres de ellos, que nada te hace diferente al hombre-verga-de-fuera, ni al hombre-perro, ni a la mujer-imbécil, ni al axila-sin-control, ni mucho menos al mentada-de-vida. Eres igual que todos esos mal paridos en un lugar sin nombre, bajo estelas sin sentido, en un cielo de estrellas que no existen

Si soy marxista no es por filantropía, a mí los pobres me dan mucho asco. Verás, la mayoría de los que marxistas burgueses y de los critican al marxismo toman una constante: la visión del proletariado como algo mágico. Toda esa bola de jetotas paradas no saben lo que es vivir en un barrio de pobres, porque también los pobres pueden ser hijos-de-puta. También los pobres se ríen de los pobres, también se roban la luz y el agua, también se roban un poco de noche y un tantito de canción y tienes ya otros mil, se reproducen como ratas.

Yo no soy marxista por bueno. Soy marxista porque el marxismo es como yo, un ajetreo olvidado, un pedazo de satín pisado hasta las náuseas, un montón de personas cansadas de coger entre ellas. Soy marxista porque quiero ser diferente, cuando se que, al final del siglo, soy exactamente los mismo, cortado de la misma materia fecal.

Por estas razones, básicamente, es que pertenezco a un club de marxistas de mierda.
"

sábado, abril 4

Como me gusta Lucrecia, la hija de Don Fernando, ella por mí se anda anda y yo por ella me ando, me ando (Es de la pura emoción, hombre).
La Huatulqueña, versión de la Furia Oaxaqueña