Narrador:
El amor, como palabra,
la más dulce y sabia de las prostitutas
el encanto febril de una era sin sentido
el desaire profundo de una generación sin pena
el amor, como concepto,
es como la mariposa muerta en la rosa
putrefacta y sin color,
marchitándose,
víctima del tirano astro
el amor como canción
mujer senil de amoríos interminables.
Diría el poeta que los amorosos son los que callan
los que callan la palabra amor,
los que la guardan como la recompensa inalcanzable
los que la usan para amar
los que no la desperdician ni la usan.
Lucifer: Deberías remitirme meramente a los hechos concretos de la historia, no lanzarte como orador mediocre y maleducado a recitar tus coplas. Míralos, de seguro ni siquiera leyeron los versos groseros.
Narrador: No es así, ve sus semblantes sonrientes.
Lucifer: ¿Sonrientes? La página se ve asediada por miradas que se desvían, desinteresadas, absurdas. ¿Por qué te ciegas a la realidad?
Narrador: Quizás tú tengas los ojos cerrados a mi alma.
(El sonido de la orquesta vibra en la oscuridad del escenario durante largo tiempo)
Lucifer: Quizás “ella” tenga las respuestas, sin caer en sentimentalismos baratos, ni en cursilerías falsas, ni en recetas ya usadas.
Narrador: La vida es una receta ya usada. Un aborto de creación.
(Observan a “ella” pasar por la acera)
Lucifer: Eres una sátira de persona, papel de arroz flotando en una vasija con agua hirviendo.
Narrador: ¡Basta!
Lucifer: Mírate, ¿serás acaso más malo e hipócrita con “él”?
Narrador: Seré lo que tenga que ser.
Lucifer: Quédate en tu agujero entonces, quédate ahí.
Narrador: Permanece aquí conmigo…
Lucifer: Me voy
Narrador: Me abandonas como todos
Lucifer: Te dejo como nadie…
(Crescendo y fin)
Narrador: Mirala, ni siquiera sé de ella, ella vive en un mundo que no conozco, nada en mares oscuros y profundos. No veo nada.
Lucifer: Y ni siquiera la ves pasar por el escenario o actuar una escena de romance.
Narrador: Y la oyes llorar, la ves desde tu ventana y no sabes... no sabes por qué, no te interesa, no sabes de ella y aún así la rabia te invade. Porque deseas ser tú la lágrima y la razón de ella.
Lucifer: ¿Es envidia?
Narrador: ¿Envidia?
Lucifer: De no ser el que la ha hecho llorar.
Narrador: De no ser el que la ha hecho sufrir.
(Aplausos y vítores, la obra ha terminado, la orquesta calla)